Escultura / Actualidad desde el Arte
Edgar Negret. Geometría y Sensibilidad - Por Libe de Zulategui y Mejía
La exposición retrospectiva que le brindó como homenaje el Museo Nacional de Colombia en el año 2013 al maestro Edgar Negret, es apenas un reconocimiento elemental a la colosal obra que ha desarrollado a través de toda su vida este artista de la abstracción geométrica.
No solo le ha dedicado su vida, sino que ha marcado la presencia de Colombia en los eventos más importantes del mundo, donde la crítica de la escultura mundial siempre lo ha tenido entre los artistas significativos del siglo XX.
New York, París, Londres, Tokio, Río de Janeiro, Edimburgo, Juegos Olímpicos de Corea, Caracas, Madrid, México, las bienales de Venecia, Sao Paulo, Trienal de París, Documenta de Kassel, los sitios remotos y cercanos del mundo han lucido la obra de nuestro escultor en sus salones más destacados. Es así como en este momento, Colombia está presente en museos, galerías y edificios famosos del mundo con sus Navegantes, Puentes, Eclipses, Templos, Vigilantes, Terrazas, Luna, Sol y tantas series hermosas que ha hecho.
Tal vez nuestro país es el que menos le ha brindado homenajes y han sido muchos los incidentes por rechazos a su obra por parte de historiadores, dirigentes y puede decirse de buena parte de la "clase culta" del país. En Medellín se ha olvidado que en el año de 1983 el escultor payanés, por pedido del presidente Belisario Betancur, organizó el Simposio Internacional de Escultura, con un lklamado a los escultores más importantes del momento para que obsequiaran una obra a la ciudad de Medellín, con el objeto de crear un Parque de Esculturas en el Cerro Nutibara. A la invitación de Negret de inmediato respondieron afirmativamente Julio Le Parc, Sergio de Camargo, Manuel Felguérez, Carlos Cruz-Diez, y Jesús Rafael Soto, entre los más destacados, como también un buen grupo colombiano. La obra que él aporto es Torre, la cual ya había tenido un incidente en Medellín.
Es así como surgió la hermosa colección de arte escultórico que adornan el Cerro. Claro que con mucha imaginación, porque hoy solo queda un recuerdo de lo que aquello significó por un público que no sabe cuidar lo que se les brinda y cree que lo que está a su alcance en la calle es para romper, dañar o usarlo como servicio sanitario. Los alcaldes posteriores no han tenido nunca en cuenta qué es lo que hay allí y ni siquiera preguntan. El arte para la gran mayoría de nuestros dirigentes es algo muy secundario y un verdadero arcano. En el plano mundial lo estamos viendo en Irak y en muchos otros sitios donde destruyen tesoros milenarios por capricho. Como siempre, hay que mencionar la suma en que está valorado este conjunto del Cerro para que los alcaldes, asombrados, corran a poner el ojo donde nunca lo han puesto. Duele la enorme ignorancia que ha ocupado esta posición en nuestra ciudad. En otro sitio, lo hubieran aprovechado como atractivo turístico y cultural, pues en su momento fue el quinto parque de esculturas del mundo. Cuánto se ha rogado y escrito para llamar la atención, pero siempre ha sido en vano.
Edagar Negret Dueñas. "TORRE". Aluminio pintado y ensamblado. 1,30x0,28x0,65m. Parque de Las Esculturas del Cerro Nutibara, Medellín http://esculturasdecolombia.blogspot.com/2016/10/edgar-negret-duenas.html
Pero volviendo al maestro Negret, me permitirán hacer memoria de cuando lo conocí en Cartagena. Fue en el año de 1960. Los estudiantes de artes Plásticas de la Escuela de Bellas Artes estábamos llenos de curiosidad y emoción porque llegaba el gran escultor con una exposición grande al Palacio de la Inquisición. Fuimos a saludarlo a la sala y él me preguntó por mi apellido vasco y de inmediato me habló de su maestro vasco, Jorge Oteiza, también amigo de mi padre. De ahí nació una amistad entrañable que permaneció hasta su fallecimiento en el año 2012. Tuve la fortuna de compartir con el maestro Negret viajes, reuniones con Oteiza en el País Vasco y en Colombia y seguimos todas las actividades y explosiones de Oteiza, ese león que rugía igualmente era capaz de las ternuras y afectos más sensibles. Me ha enseñado infinidad de cosas sobre arte, escultura y, lo más importante, sobre cuál debe ser la actitud de un artista frente a su propia obra.
Hace un tiempo escribí sobre Oteiza y no me detendré en él sino para dar cuenta de la relación profunda que hubo entre los dos maestros de la escultura. Edgar supo del mundo internacional del arte por él, lo cual le abrió el camino para convertirse en un estudioso del espacio, de la espiral, del movimiento continuo. De los infinitos juegos formales que depara la geometría y de la importancia del ancestro precolombino en la abstracción pura.
El maestro Edgar Negret significa mucho para el arte colombiano. Fue el primer gran creador quien, siguiendo el ejemplo de su maestro Oteiza, abrió la multiplicidad creativa para los escultores americanos, aunque más de un europeo acusa cercanías imaginativas con él. Sus inicios académicos fueron guiados por la inolvidable Hena Rodríguez y Oteiza empató con la modernidad para que la imaginación de ese joven payanes se enrutará hacia la gran creación universal.
Su decisión de irse para Estados Unidos en 1956 fue definitivamente afortunada. Allí encontró la vorágine creativa de grupos, artistas independientes, influencias de todas partes, museos y galerías llenas de maravillas de ayer y de hoy. Igualmente encontró amigos, como Louise Nevelson, Robert Indiana, Ellsworth Kelly, Agnes Martín y Jack Youngerman, con quienes organizó un estupendo estudio en Nueva York. En ese estudio realizó su mejor obra, planeó todo un derrotero dentro de la geometría y de allí empezaron a salir las Mascaras, los Aparatos Mágicos y la serie Cliff Dwellings, donde los elementos modulares en negro y gris se animaban con sabios toques en azul, rojo y blanco.
Los Puentes surgierón por su amistad con Paul Foster, el dramaturgo norteamericano, quien escribió la obra de teatro "Arriba el puente" en la década de los cincuenta, época de postguerras y de muchos desengaños humanísticos frente a la belicosidad de las grandes potencias. Después viene la carrera espacial y para el escultor es la inspiración para sus series de Navegantes y Vigilantes, esculturas basadas en los viajes y en el aparataje hermoso y misterioso inventado por el hombre para avasallar el espacio. Estas series significaron un ejemplo para muchos escultores jóvenes, quienes seguían los avances del gran artista para ellos encontrar posibilidades diferentes.
La evolución magistral de Edgar Negret se enriqueció, ya en su madurez, con la experiencia telúrica y espacial de América. Machu Pichu fue una revelación para el escultor payanés y las lagunas, los sembrados escalonados, las terrazas y las soluciones sabias del ancestro indígena sirvieron de punto de partida para la multiplicación coloristica de su escultura y para que la obra invadiera un espacio mayor en su ámbito.
La exposición presentada en el Museo Nacional de Colombia recogió cuarenta obras de toda su producción. Las obras fueron delicadamente escogidas para que cada momento de su creatividad esté presente en éste homenaje. Esto es muy importante porque estas diferentes etapas muestran la evolución de un artista que ha recorrido paso a paso las posibilidades de la lámina de aluminio, encerrando espacios de forma infinita, proyectándolos y empleando el color como medio lumínico para que cada ejemplo sea un compendio de riqueza creativa. Hay que destacar que la obra de Negret siempre ha tenido básicamente como punto de partida la estética. La armonía de sus soluciones ha sido constante.
Medellín se enriquece con muchas obras suyas, privadas y públicas y solo se ruega que sus propietarios y encargados de su cuidado se asesoren antes de incurrir en despropósitos como el cometido con el Sol del Aeropuerto José María Córdoba de Rionegro, que fue pintado irrespetuosamente de rojo primario brillante y quedó arruinado el sentido mate y la idea del sol americano que Negret quiso imprimirle.
Edgar Negret merece muchos homenajes más, de parte de todo el país y sabemos que Colombia le ha recordado y le recordará por siempre como uno de sus más grandes escultores y un artista que jamás descuido el señorío heredado del general Rafael Negret y de doña María Dueñas Rodríguez.