Literatura / Actualidad desde el Arte
Los Tres Pablos - Por Libe de Zulategui y Mejía
1973, un año que marcó la cultura del mundo. Fallecieron tres grandes. Pablo Casals, 1876 – 1973, Pablo Picasso, 1881 – 1973, Pablo Neruda, 1904 – 1973.
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Ellos, a su vez, marcaron el siglo XX con sus respectivas genialidades y llenaron el siglo, cada uno con lo suyo. Los tres ocuparon el sitial del mejor del siglo cada uno en lo suyo. Guías de las juventudes, de cuál es el proceder cuando hay que crear y qué caminos son viables para emitir ideas de inspiración y de las leyes políticas. Hoy se estudia y se lee a Neruda, se estudia y se le admira a Picasso y se escuchan las grabaciones de Casals con veneración ante tal sublimidad, así como se estudia su técnica musical.
Les haremos una corta semblanza y veremos cómo coincidieron en muchas cosas.
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Pablo Picasso. Hijo de un profesor de dibujo en la Escuela de Artes de Málaga, no muy brillante pero sí lo suficiente para entender que su hijo era un genio y que había que soltarlo. Es curioso que en sus biografías, la imagen materna no aparezca y, por el contrario, el padre es protagonista de sus primeros veinte años. De enorme cultura, tuvo que ver con el mundo del cine, de la literatura, del toreo y los protagonistas de cada uno de estos mundos a veces tan disímiles. Pero quizá, la política fue una fuerza gestadora de creaciones en su obra. La política y las mujeres señalaron cada momento de su vida y de la historia del siglo XX. Fueron ellas la chispa que generaba grandes obras, Guernica, los fusilamientos de la guerra de Corea, los retratos de sus 7 mujeres más importantes, y alguno que otro retrato de sus hijos, con los cuales no gozaba.
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Pablo Casals convirtió al violonchelo en uno de los más apetecidos instrumentos solistas. Los años finales del siglo XIX y el resto del siglo XX fueron testigos de la manera exquisita como interpretó su instrumento para ejemplo de cientos de estudiantes de música que querían ser como él. Recorrió el mundo con largas giras de conciertos excelsos. Un hombre sencillo, la música era el templo del espíritu y su refugio. A ella no llegaban las guerras, los dictadores y aquellos que convierten la melodía en negocio.
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Fueron los tres, artistas comprometidos con sus respectivas formas de expresión y con el mundo, con las ideas, con la balanza de lo que debe ser y pocas veces es. No se midió ninguno para expresar sus rechazos a la dictadura, actitud que no les favorecía en absoluto, porque las persecuciones surgían de inmediato, aunque no osaron atentar contra ellos, pero que producía escozor en aquellos que usurpaban el poder de la democracia, aunque esa palabra nadie la tiene en cuenta actualmente. Les creó persecuciones y vetos, el exilio, pero nada importaba cuando de respeto se trataba. El respeto a los pueblos.
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Quizá con la excepción de… Pablo Neruda, cuya temprana muerte, en comparación a sus contemporáneos y el momento en que ocurrió, deja muchas sospechas que aún se investigan.
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Los tres ocuparon el sitial del mejor del siglo cada uno en lo suyo. Guías de las juventudes, de cuál es el proceder cuando hay que crear y qué caminos son viables para emitir ideas de inspiración y de las leyes políticas. Hoy se estudia y se lee a Neruda, se estudia y se le admira a Picasso y se escuchan las grabaciones de Casals con veneración ante tal sublimidad, así como se estudia su técnica musical.