top of page

Arte / Actualidad desde el Arte

La crítica de arte en Colombia (Segunda parte)
Por Libe de Zulategui y Mejía - 2005
Marta Traba. Critica de arte.jpg
Marta Traba. Crítica de arte
EL CASO COLOMBIA
En Colombia la crítica de arte apareció junto al desarrollo de las Artes Plásticas. Desde finales del siglo XIX los escritores adoptaron esta obligación, primero dentro de la literatura, pero se fueron extendiendo después hacia la música, la pintura y la escultura. Con escuelas inexistentes, tímidos artistas y un sartal de influencias foráneas, el arte era un atractivo para criticar todo lo anterior y mucho más. Desde luego, el gusto personal y la moda dominante primaban sobre todo conocimiento. Era bueno lo social, lo tradicional y aquel arte apologético en el mundo de la política, Todo lo que por asomo se separara de estos parámetros era víctima de crueles críticas que amordazaron muchos intentos de salir de lo repetitivo.
Si bien si se hizo excelente pintura, fueron muchos los artistas malos que destacaron por seguir los consejos de los críticos del momento. Por otro lado, algunos artistas tuvieron que vivir fuera de Colombia en busca de ambientes más justos y evolucionados.
En el siglo XX, al hablar de crítica hay que mencionar, en sus comienzos, a Baldomero Sanín Cano, Javier Arango Ferrer, Enrique Uribe White, Luis Alberto Acuña, Emilia Pardo Umaña, entre otros más destacados, quienes, unos mejores que otros, ejercieron una buena crítica, aunque a veces fuera satírica, burlesca y cruel. Cuando se lee comentarios de la época, sorprende el grado de dureza que usaban. Aunque algunos lo hicieron con juicio certero, en otros había un afán de destacarse zahiriendo a la victima o adulando sin razón. 
De ellos, doña Emilia era la peor en este sentido. Lo suyo era la política y con el mismo sentido partidista se refería a un artista o a una obra. Lo cierto es que tal vez por eso mismo, era muy leída y atendida. Eso sí, todos ellos manejaban un castellano perfecto.
MARTA TRABA
Pero quien sí hizo una verdadera crítica, también dura y fustigante, fue la famosa y lamentada Marta Traba. Cuando ella legó a Colombia, recién casada con el intelectual Alberto Zalamea, se iniciaba también la televisión en el país y ella fue la primera que inauguró un programa de arte como atractivo para la audiencia. Y lo fue y no solo en la televisión sino en la prensa. Antes de ella, leían sobre cultura los intelectuales y artistas. Con ella comenzó a enterarse e interesarse en el tema todo el mundo. Su estilo directo, sin ambages, llamando las cosas por su nombre y su forma de sostener ardorosas polémicas, atrajo a infinidad de interesados en la contienda y en el estilo, y estos lectores, después, quedaban iniciados y empezaban a conocer el arte colombiano y a quienes lo creaban.
Marta Traba estudiaba a un artista, lo relacionaba con los movimientos actuales y lo situaba para ser mejor entendido. Mencionaba y analizaba a los colegas del mismo movimiento, definía quiénes eran buenos y quienes malos y porqué y así, entre comentario y discusión, la gente iba aprendiendo de arte y se enteraba de muchas cosas que no venían acá ni en libro ni en revista. Ella se convirtió en el enlace entre artista, movimiento y público. Era la crítica de arte por excelencia. Si hubo un verdadero avance en la cultura artística del país fue cuando Marta Traba hizo crítica en Colombia. Desde la década de los cincuenta, cuando empezó, hasta 1983, cuando falleció, el país se nutrió de sus conocimientos, porque estaba relacionada con todos los artistas latinoamericanos y un buen número de residentes en París, Nueva York y otras ciudades importantes del mundo cultural. Les visitaba en sus estudios, daba conferencias en todas las universidades del continente, escribía en un gran número de revistas y periódicos, en fin, estaba enterada.
marta traba accidente 747 eltiempo.jpg
Primera página Periódico El Tiempo. Muerte de Marta Traba, su esposo y varios artistas más.
Uno de sus mayores logros fue la fundación del Museo de Arte Moderno en Bogotá. También, como profesora de la Universidad Nacional capitalina, fundó el Museo Universitario de la misma.
Sus impetuosos críticos eran fuertes y amplios. Así como era una autoridad en arte, lo era también en política y en la problemática  latinoamericana. Por lo tanto, le era muy difícil abstenerse de opinar e intervenía constantemente en la política del país, además de estar casada y ser madre de colombianos. Ella siempre se sintió parte de Colombia. Como ella era de nacionalidad argentina, el gobierno colombiano de entonces la expulsó del país. Posteriormente le fue levantada esa sanción y cuando murió en un accidente de aviación, regresaba a Colombia con su esposo, el escritor uruguayo Angel Rama, invitados por el gobierno del momento para hacer parte del "Primer Encuentro de la Cultura Hispanoamericana".
Quienes tuvimos el placer de conocerla, de escucharla y de aprender de ella vivimos un privilegio inolvidable. Cada comentario suyo, fuera suave o agrío, era una lección de análisis profundo de una obra o de una época del arte. Es muy difícil olvidar lo que decía y con la fuerza con que lo hacía. Su vitalidad, a veces muy agresiva, era contagiosa y marcaba el gusto o el rechazo por una obra de arte o por el autor. 
LA CRÍTICA ACTUAL
Después de ella han estado Galaor Carbonel, Ana María Escallón, María Elvira Iriarte, Germán Rubiano Caballero y Alvaro Medina. Ha habido otros que no han marcado honestidad y conocimiento como los mencionados. Ellos han mantenido el interés de una población enorme por el arte. Como críticos, como profesores, como comentaristas y escritores han desarrollado una labor enorme de apoyo a los artistas y a sus propuestas nuevas. Nos han enseñado a todos cómo ver los nuevos caminos y cómo mantener un interés sobre un pasado artístico que no se puede olvidar en ningún momento.
La labor de un crítico es servir de enlace entre la obra de arte producida por un artista y un público que no suele estar enterado y se acerca a ella por gusto, más no por conocimiento.
bottom of page