top of page

Arte / Actualidad desde el Arte

La crítica de arte en Colombia (Primera parte)
Por Libe de Zulategui y Mejía - 2005
tumba Lorenzo Medicis.jpg
LA  NOCHE..jpg
Desde la antigüedad la crítica ha existido como forma de explicar, de analizar, entender y modificar los conceptos sobre cualquier tema. En cada actividad humana existe el crítico que analiza a quien ha emitido un juicio, ha realizado algo nuevo o ha cambiado el orden de las cosas. De acuerdo a la difícil naturaleza humana, por lo general la crítica se emite con sentido negativo, a veces vengativo o destructivo. Pero cuando se ejerce con sabiduría, la crítica es una forma de despejar dudas y una ayuda para llegar a disfrutar del verdadero arte, no importa su época o el artista.
Es difícil encontrar una crítica justa y respetuosa. Se debe esto a que el sentido crítico depende de muchos factores independientes del objeto mismo. La moda, el grado de cultura, el grado de serenidad de quien la emite, el momento social, el sentido estético de la obra y del espectador, las relaciones que la obra tenga con su entorno, todo esto y mucho más altera un juicio crítico y, por ende, afecta al artista y al medio en que se emite el juicio. De hecho, un buen crítico produce conmociones que empujan y hacen caminar el arte. Lo conmueven de tal manera que hacen parte del avance cultural de una región o del propio arte universal.
El crítico bueno debe ser una persona muy culta y preparada, que sea ecuánime en su temperamento y que sepa valorar los méritos de la obra, independientemente de las preferencias personales. Existen parámetros que guían y deben cumplirse, aunque en el arte moderno, muchas obras excelentes se han creado para protestar por dichos parámetros. Es muy subjetivo el oficio del crítico y por esto son escasos aquellos que sí han aportado al desarrollo del arte. La crítica es una arte en sí misma. 
UN POCO DE HISTORIA
En la Edad Media, en sus comienzos románicos y aún en el Gótico, la religión y los sucesos cotidianos se comunicaban y enseñaban a los pueblos iletrados oralmente o a través de la escultura. En los templos se narraba sobre el santo o el pasaje bíblico a través de la imaginería y el pueblo entendía por la expresión de las figuras. Se trabajaba la escultura con esta responsabilidad y con el concepto religioso muy presente y no existía el crítico de arte. Si éste aparecía tal vez ejercía la censura con medios más drásticos, las armas, de acuerdo a la época. Pero también es cierto que el imaginero se cuidaba de hacer las cosas muy bien, con el compromiso religioso y místico de crear lo bello y lo sagrado de la mejor manera. La imagen era absolutamente elocuente. De hecho, se hicieron obras colosales.
En el renacimiento con el cambio de filosofía y el viraje hacia el Humanismo, el arte cobró un significado diferente. Se volvió símbolo de poder y el hombre era de nuevo el centro de toda actividad. La crítica era dirigida a la intención más que al artista, pues el florecimiento de las artes produjo a su vez una explosión de artistas nunca vista. La lucha por surgir desarrolló una calidad excelsa, donde la crítica no tenia cabida. Cuando se ejercía se dirigía al tema o a la intención. Sí existía el comentario y las juntas que regían el urbanismo y el desarrollo del arte de acuerdo a los nuevos cánones, cuidaban con severa critica que las cosas se cumplieran bien. Era una exigencia más que un medio analítico, porque el realismo de las obras no requería mucha explicación hacia el público.
El Renacimiento dedica el arte al hombre, a su pensamiento y a su poder.
Desde el Manierismo hacia los ismos modernos, la crítica ha tenido toda clase de calidades. Existe la envidiosa, la justa, la explicativa, la demoledora, la analítica, la burlona, la elogiosa. Lamentablemente todavía es así y el análisis justo suele ser el menos común.
Existen en la historia críticos que han quedado en ella más por su falta de luces que por su acierto. John Ruskin se convirtió en un excelente crítico de la época victoriana por su refinado estilo literario, pero con los conceptos propios de una educación austera. No obstante aparece como un renovador y sus escritos defendían las nuevas reacciones literarias y artísticas. Pero emitió juicios dolorosos. Sobre Miguel Ángel por ejemplo, a quien censuró el concepto de la mujer que creó como símbolo en sus famosas tumbas. Para Ruskin, Miguel Ángel no conoció mujeres. Por ejemplo, aquella mujer fuerte y dominante que simboliza la Noche en la tumba de Lorenzo de Médicis, era para Ruskin deforme y masculinizada. No captó la enorme simbología de la fuerza nocturnal que Miguel Ángel plasmó magistralmente.
En cambio Oscar Wilde dedicó a la crítica toda su inteligencia y mordacidad. Inexplicablemente admirador de Ruskin, afiló sus letras con ironía contra lo hipócrita, lo cual se le devolvió con saña en sonoros casos. Estos sucesos agudizaron su sentido crítico y quedó para la posteridad una enorme colección de frases duras e irónicas, siempre acertadas, y que nos llegan a todos.
Desde el siglo XVIII, la crítica ha servido para desahogar sentimientos políticos, sociales y personales. Ejercida con buen criterio, ha servido para guiar al artista y al espectador a encontrarse a través del lenguaje. 
bottom of page